Comprensión de los Desastres

Comprensión de los Desastres

Los niños y las personas mayores son la principal preocupación luego de una situación de desastre. Incluso las personas que viven una situación de desastre de forma indirecta a través de la cobertura mediática pueden verse afectadas.


Ayuda a los niños

Las situaciones de desastre pueden asustar a los niños, confundirlos y hacerlos sentir inseguros. Independientemente de si el niño vivió la situación traumática personalmente, o simplemente la vio por televisión u oyó a los adultos hablar de ella, es importante que los padres y los maestros estén informados y listos para ayudar si comienzan a manifestarse reacciones por el estrés. Los niños pueden responder a situaciones de desastre demostrando miedos, tristeza o problemas de conducta. Es posible que los niños más pequeños tengan una regresión a patrones de comportamiento anteriores, por ejemplo, mojar la cama, tener problemas para dormir y ansiedad ante la separación. Los niños más grandes también pueden mostrar enojo, agresividad, problemas escolares o abandono escolar. Algunos niños que solo tienen contacto indirecto con el desastre, pero lo ven por televisión pueden desarrollar angustias.


Cómo reconocer los factores de riesgo

  • Exposición directa a la situación de desastre, por ejemplo, haber sido evacuado, haber visto heridas o la muerte de personas, o haber sufrido una herida con el temor de que la propia vida está en peligro.
  • Pérdida/sufrimiento: Se relaciona con la muerte o herida grave de un familiar o amigo.
  • Estrés continuo por las consecuencias secundarias del desastre, por ejemplo, vivir temporalmente en otro lugar, perder amigos y redes sociales, perder bienes, el desempleo de los padres y los costos de la recuperación para que la familia vuelva a llevar la vida que tenía antes del desastre.
Vulnerabilidades de los niños
Cómo cubrir las necesidades emocionales de los niños
  • Vuelva a suceder.
  • Alguien cercano muera o sufra heridas.
  • Los dejen solos o los separen de su familia.

  • Tranquilizar a los niños después de una situación de desastre.

  • El contacto personal es tranquilizador. Abrace y acaricie a sus hijos.
  • Brinde información fáctica de modo calmado sobre la situación de desastre reciente y los planes actuales para garantizar su seguridad, junto con los planes de recuperación.
  • Aliente a sus hijos a hablar sobre sus sentimientos.
  • Dedique tiempo extra con sus hijos, por ejemplo, a la hora de acostarse.
  • Restablezca su rutina diaria para el trabajo, la escuela, el tiempo de juego, las comidas y el descanso.
  • Haga participar a sus hijos: déles tareas específicas para ayudarlos a sentir que están contribuyendo a restablecer la vida familiar y comunitaria.
  • Elogie y reconozca el comportamiento responsable.
  • Comprenda que sus hijos tendrán diversas reacciones ante una situación de desastre.
  • Aliéntelos a que ayuden a actualizar el plan familiar para casos de desastre.
Controle y limite la exposición a los medios de comunicación
Use las redes de apoyo

Para muchos niños, las reacciones ante situaciones de desastre son breves y representan reacciones normales ante “situaciones anormales”. Una pequeña proporción de niños puede tener riesgo de sufrir trastornos psicológicos más duraderos como resultado de tres factores de riesgo principales:

En la mayoría de los casos, según los factores de riesgo mencionados, las respuestas de angustia son temporales. Cuando no hay una amenaza grave para la vida, heridas, pérdidas de seres queridos ni problemas secundarios, como la pérdida del hogar, mudanzas, etc., los síntomas en general aminoran con el tiempo. En el caso de las personas que estuvieron directamente expuestas a la amenaza, los recordatorios del desastre, como vientos intensos, humo, cielo nuboso, sirenas, etc. pueden provocar el regreso de sentimientos de tristeza. Tener antecedentes de algún tipo de situación traumática o estrés intenso puede contribuir a estos sentimientos.

La forma en que los niños sobrellevan situaciones de desastre o emergencias en general guarda relación con la forma en que sobrellevan estas situaciones los padres. Los niños pueden detectar los miedos y la tristeza de los adultos. Los padres y los adultos pueden hacer que las situaciones de desastre sean menos traumáticas para los niños si adoptan medidas para manejar sus propios sentimientos y planes para hacer frente a la situación. Los padres casi siempre son el mejor apoyo para los niños en situaciones de desastre. Una forma de establecer un sentido de control y establecer confianza en los niños antes de una situación de desastre es hacerlos participar en la preparación del plan familiar para casos de desastre. Después de una situación de desastre, los niños pueden aportar al plan de recuperación familiar.

Las reacciones de los niños están influenciadas por el comportamiento, los pensamientos y los sentimientos de los adultos. Los adultos deben alentar a los niños y adolescentes a compartir sus pensamientos y sentimientos sobre el incidente. Para aclarar los malentendidos sobre los riesgos y el peligro, escuche las preocupaciones de los niños y responda a sus preguntas. Mantenga una sensación de calma: valide las preocupaciones y percepciones de los niños y hable sobre planes concretos de seguridad.

Escuche lo que le dice el niño. Si un niño pequeño le hace preguntas sobre la situación, contéstele de forma sencilla, no le brinde una respuesta elaborada como en el caso de los niños mayores o adultos. Algunos niños reciben consuelo sabiendo más o menos información que otros; decida qué nivel de información necesita su hijo. Si un niño tiene dificultad para expresar sus sentimientos, pídale que haga un dibujo y que cuente la historia de lo que sucedió.Trate de comprender qué está causando las preocupaciones y los miedos. Tenga en cuenta que, después de una situación de desastre, los niños tienen miedo a que:

Algunas sugerencias para ayudar a tranquilizar a los niños son:

Si ha intentado crear un entorno reconfortante siguiendo las recomendaciones mencionadas, pero su hijo sigue teniendo estrés, si las reacciones empeoran con el tiempo o si interfieren en el comportamiento diario en la escuela, el hogar o con otras relaciones, puede ser necesario hablar con un profesional. Puede obtener ayuda profesional del médico de atención primaria de su hijo, de un psicólogo infantil o de un miembro del clero.

La cobertura periodística en relación con los desastres puede provocar miedo y confusión y generar preocupaciones en los niños. Esto sucede particularmente en el caso desastres a gran escala o atentados terroristas en los que ha habido daños significativos en viviendas y muertes. Particularmente en el caso de los niños más pequeños, las imágenes repetidas de un acontecimiento les hacen creer que está sucediendo otra vez. Si los padres dejan que los niños miren la televisión o usen Internet donde se muestran imágenes o noticias sobre el desastre, deben acompañarlos para fomentar la comunicación y brindar explicaciones. Esto también puede incluir el control de los padres y límites adecuados en relación con su propia exposición a la información que genera preocupaciones.

Los padres ayudan a sus hijos cuando toman medidas para comprender y manejar sus propios sentimientos y formas de sobrellevar la situación. Pueden hacerlo estableciendo y usando sistemas de apoyo social de la familia, amigos, agencias y organizaciones comunitarias, instituciones religiosas y otros recursos que le sean útiles a la familia. Los padres pueden establecer sus propios sistemas de apoyo social para que, en una situación de emergencia o de desastre, puedan recibir apoyo y ayuda para manejar sus reacciones. Por lo tanto, los padres estarán más disponibles para sus hijos y podrán apoyarlos mejor. Los padres casi siempre son el mejor apoyo para los niños en momentos difíciles. Sin embargo, para apoyar a sus hijos, los padres necesitan prestar atención a sus propias necesidades y tener un plan para recibir apoyo. Prepararse para una situación de desastre ayuda a todos los miembros de la familia a aceptar el hecho de que los desastres suceden y brinda una oportunidad de identificar y obtener los recursos necesarios para cubrir las necesidades básicas después de una situación de desastre. La preparación ayuda; cuando los padres se sienten preparados, tanto ellos como sus hijos sobrellevan mejor la situación.

Las reacciones de los niños según la edad. A continuación, se incluyen las reacciones frecuentes de los niños luego de una situación de desastre o situación traumática.

Del nacimiento hasta los 2 años.

Cuando los niños todavía no hablan y atraviesan una situación traumática, no tienen las palabras para describir la situación ni sus sentimientos. Sin embargo, pueden tener recuerdos de escenas, sonidos y olores particulares. Los bebés pueden reaccionar a una situación traumática volviéndose irritables, llorando con más frecuencia de lo normal o pidiendo que los carguen o los abracen. La mayor influencia para los niños de esta edad es la forma en que sus padres sobrellevan la situación. A medida que los niños crecen, pueden exteriorizar elementos de la situación traumática que ha tenido lugar hace varios años y que, aparentemente, estaba olvidada.

Preescolar: de 3 a 6 años. 

Los niños en edad preescolar con frecuencia se sienten indefensos y desamparados ante la naturaleza abrumadora de la situación. Debido a su edad y pequeño tamaño, no tienen la capacidad de protegerse ni de proteger a otras personas. Por lo tanto, sienten miedo intenso y sensación de inseguridad por la posibilidad de separarse de las personas que los cuidan. Los niños en edad preescolar no comprenden el concepto de pérdida permanente. Pueden considerar que las consecuencias son reversibles o permanentes. En las semanas siguientes a la situación traumática, las actividades de juego de los niños de esta edad pueden implicar la reconstrucción continua de la situación o del desastre.

Edad escolar: de 7 a 10 años. Los niños en edad escolar tienen la capacidad de comprender la noción de pérdida permanente. Algunos niños se preocupan mucho por los detalles de la situación traumática y quieren hablar de eso continuamente. Esta preocupación puede interferir en la concentración del niño en la escuela, y su desempeño académico puede disminuir. En la escuela, es posible que los niños escuchen información errónea de sus compañeros. Pueden tener diversas reacciones: tristeza, miedo generalizado o miedos específicos de que la situación de desastre vuelva a suceder, culpa por lo que hicieron o no hicieron durante el desastre, enojo porque la situación no se evitó, o fantasías de jugar al rescatista. 

De la preadolescencia a la adolescencia: de 11 a 18 años. 

A medida que los niños crecen, desarrollan una comprensión más sofisticada de las situaciones de desastre. Sus respuestas son más similares a las de los adultos. Es posible que los adolescentes tengan un comportamiento riesgoso, como conducir imprudentemente o consumir alcohol o drogas. Otros pueden tener miedo de abandonar su casa y evitar niveles de actividades previos. La mayor parte de la adolescencia se centra en conocer el mundo exterior. Luego de una situación traumática, la visión del mundo puede parecer más peligrosa e insegura. Es posible que los adolescentes se sientan abrumados por emociones intensas, pero que no puedan hablar de ellas con otras personas

 


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